lunes, 13 de abril de 2009

Retórica Clásica

Retórica Clásica


Busto de Cicerón
A la oratoria debe, sobre todo, su fama el escritor y político romano Cicerón. Su actividad como político defensor a ultranza del Senado romano le costó el exilio en Macedonia, deportado por Julio César. Su hacer literario fue tan importante para el latín que su escritura se convirtió en modélica, no sólo en su época sino, incluso en siglos posteriores, especialmente durante el renacimiento.

El poder de elocuencia que demuestran Néstor, Odiseo y Aquiles en la Iliada llevó a muchos griegos a considerar a Homero como el padre de la oratoria. El establecimiento de las instituciones democráticas en Atenas en el 510 a.C. volvió esencial para todos los ciudadanos el desarrollo de la habilidad oratoria; así fue como surgió un grupo de maestros, conocidos como sofistas, que se propusieron hacer que los hombres hablasen mejor según las reglas del arte. Protágoras, el primero de los sofistas, realizó un estudio de la lengua y enseñó a sus alumnos cómo hacer que la causa más débil se tornase más fuerte. Se dice que el verdadero fundador de la retórica como ciencia fue Corax de Siracusa, quien la definió como "artífice de la persuasión" y escribió el primer manual sobre este arte. Otros maestros fueron Tisias, alumno de Corax, también de Siracusa; Gorgias de Leontium, que fue a Atenas en el 427 a.C.; y Trasímaco de Calcedón, quien también enseñó en Atenas. Antifón, el primero de los llamados Diez Oradores Áticos, fue el primero en combinar la teoría y la práctica de la retórica. Con Isócrates, el gran maestro de la oratoria en el siglo IV a.C., el arte de la retórica llegó a ser un estudio cultural, una filosofía con un propósito práctico.

Platón satirizó el tratamiento más técnico de la retórica, con su énfasis en la persuasión más que en la verdad, en el diálogo Gorgias, y en Fedro discutió los principios que conformaban la esencia del arte retórico. Aristóteles, en su Retórica, definió la función de la retórica basándola, más que en la persuasión, en el descubrimiento de "todos los medios disponibles de persuasión". Recalcó, por tanto, la importancia de la victoria dialéctica mediante un razonamiento persuasivo y ordenado de la verdad, más que en dominar a los oyentes apelando a sus emociones. Consideraba a la retórica como arte hermana de la lógica. En Roma, al principio, fueron griegos los encargados de enseñar retórica formal, y los grandes maestros de la retórica teórica y práctica, Cicerón y Quintiliano, estuvieron influidos por los modelos griegos. Cicerón escribió varios tratados sobre la teoría y la práctica de la retórica, pero el más importante fue De inventione. El famoso De Institutione oratoria de Quintiliano todavía es válido por el amplio tratamiento que hace de los principios de la retórica y la naturaleza de la elocuencia ideal. Las disertaciones escolares del temprano imperio se encuentran en las suasoriae (disertaciones persuasivas) y en las controversias del retórico Séneca el Viejo, padre del filósofo, ambos nacidos en Córdoba (España). Las primeras corresponden al género deliberativo y estaban destinadas a los niños. Las segundas, pertenecientes al género judicial, eran practicadas por los estudiantes mayores. Durante los cuatro primeros siglos del Imperio romano, enseñaban retórica los maestros llamados sofistas, término que equivalía entonces a un título académico.




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